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El 70% de los RCD deberá someterse a valorización a partir de 2020

El 70% de los residuos de la construcción y demolición (RCD) deberá someterse a procesos de gestión y valorización a partir del año 2020. Este es uno de los objetivos de la estrategia europea de gestión de residuos, recogidos en la Estrategia de Construcción 2020 que obliga a cada uno de los Estados miembros a reducir el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero en relación a los niveles de 1990, a incrementar en un 20% las fuentes de energía renovable, y en otro 20% la eficiencia energética. Los residuos de construcción y demolición (RCD) representan el 30% del total de residuos que se generan en la UE. En España, sólo el 25% de los RCD generados se gestiona en plantas autorizadas, según señala la Federación Española de Asociaciones de Empresas de Valorización de Residuos de la Construcción y Demolición (FEAV-RCD).

El documento “Protoloco de gestión de residuos de la construcción y demolición de la UE” del año 2016, señala que una de las mayores dificultades a la hora de reciclar y reutilizar residuos de la construcción y demolición en la UE es la falta de confianza en la calidad de los materiales reciclados procedentes de estas actividades. “Esta desconfianza”, señala el documento, “restringe y reduce la demanda de materiales reciclados de construcción y demolición, lo cual inhibe el desarrollo de la gestión de residuos de la construcción y demolición y de las infraestructuras de reciclaje en la UE”. Entre sus objetivos más ambiciosos, el plan europeo contempla una reducción del consumo de áridos naturales, con el fin de aminorar su impacto ambiental, así como el consumo de energía empleada en su extracción y elaboración.

 

Las previsiones económicas para este plan indican que el objetivo de gestionar el 70% de los RCD  requerirá entre 28 y 60 millones de euros para formar a mano de obra cualificada en eficiencia energética, según un estudio de la Fundación Laboral de la Construcción.  El plan europeo de gestión de residuos pasa por el desarrollo y aplicación de una serie de pautas y directrices orientadas a una mayor eficiencia en la gestión de residuos:

 

  • Mejora de la identificación de residuos, la separación según el origen y la recogida. En este sentido se señala la necesidad de realizar auditorías previas en los proyectos de demolición.
  • Mejora de la logística de residuos. Potenciando la trazabilidad, asegurando el cumplimiento de la normativa relativa al transporte de residuos, prácticas de recogida selectiva externa mediante clasificación mecánica y no mecánica, y mayor transparencia en los procesos.
  • Mejora del procesamiento de residuos: Mediante la eliminación de residuos peligrosos en vertederos autorizados, el relleno con materiales seleccionados, el procesamiento y limpieza de residuos para su reutilización y recuperación.
  • Gestión de calidad: Sellos de calidad, auditorías de las empresas de gestión de residuos, auditorías previas a la demolición, equipamientos adecuados y potenciación de la salud y la calidad laboral.
  • Condiciones marco y políticas: Restricciones a los vertidos mediante impuestos, prohibiciones a los vertidos y regulación de la gestión de residuos de la construcción y demolición con estrategias específicas. Este punto recoge también la aplicación de la normativa de construcción y demolición, permisos para la instalación de reciclajes y una mayor concienciación por parte del público.

Procesamiento y tratamiento de residuos

¿Cuáles son las propuestas de la Unión Europea para lograr el objetivo de reciclar el 70% de los RCD? El documento de trabajo hecho público con las instituciones comunitarias pone en foco en varios puntos:

  • Aplicar las diferentes opciones de procesamiento y tratamiento según la jerarquía de residuos como paso previo para la reutilización, reciclaje y recuperación de materiales y energía.
  • Clasificación de los materiales y productos no inertes en función de su valor económico. Los metales tienen un valor de reventa y también existe una demanda significativa de materiales como ladrillos o tejas.
  • Tratamiento de determinados materiales en función de criterios medioambientales. En cualquier caso, los residuos peligrosos deben separarse y eliminarse.
  • No mezclar residuos peligrosos y no peligrosos. El proceso de demolición puede provocar la mezcla de ambos tipos de residuos, por lo que resulta imprescindible llevar a cabo estudios técnicos previos y proyectos de demolición que lo eviten.
  • Promover la preparación para la reutilización. Creando mercados para los materiales de gran valor, como los metales o la madera.
  • Fomento del reciclaje. Buena parte de los residuos de la construcción y demolición se reciclan ya debido a su valor económico. Sin embargo, los beneficios del reciclaje van más allá de lo estrictamente monetario, ya que el reciclado de materiales como el vidrio, el yeso o el hormigón generan beneficios medioambientales y de sostenibilidad. Algunos de estos materiales pueden reciclarse in situ, mientras que otros deben ser trasladados a una planta de reciclado. La Unión Europea señala además que debe fomentarse especialmente el reciclado de residuos en las áreas de alta concentración urbana, donde la oferta y la demanda están más concentradas y donde los gastos de transporte disminuyen, al reducirse la distancias.

Recuperación de materiales y energía.

Dos de los objetivos de la propuesta comunitaria tiene que ver con la recuperación de materiales y energía, cuyo fin último es reducir la explotación de recursos minerales y una mayor eficiencia energética.

Por lo que se refiere a la recuperación de materiales el documento de la Unión Europea propone el relleno como forma de reutilizar los residuos de la construcción y demolición no peligrosos, concretamente en obras públicas o que conlleven movimiento de tierras. No obstante, el relleno de utilizarse como último recurso, “ya que puede minar la reutilización y el reciclaje en aplicaciones de valor superior”.

En cuanto a la recuperación de energía, la propuesta comunitaria hacer referencia a “considerar las posibilidades de recuperación como combustible de sustitución”; es decir,  de los denominados “combustibles derivados de desperdicios” (CDD). En este sentido, destaca la utilización de flujos de residuos como madera contaminada o maderas no adecuadas para su uso en la reutilización y reciclaje, plásticos, materiales de aislamiento orgánicos y membranas de impermeabilización bituminosas. En este punto también hace referencia a la utilización de tecnologías para la clasificación y producción de CDD, para su uso en la producción de cemento.

 



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